Categorías
Poesía

Indiferencia

Un hombre en esa esquina, sonrojado,

con sus ojos caídos, apagados.

Sus manos están trémulas

y por la calle

las gentes caminan agobiadas,

repletos de placeres, muy ciegos o muy cautos.

Un hombre en esa esquina, castigado,

con sus ojos me busca

solo pide mi calor y mi mano,

quizás el precio es alto para cambiar el paso.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s