Un hombre en esa esquina, sonrojado,
con sus ojos caídos, apagados.
Sus manos están trémulas
y por la calle
las gentes caminan agobiadas,
repletos de placeres, muy ciegos o muy cautos.
Un hombre en esa esquina, castigado,
con sus ojos me busca
solo pide mi calor y mi mano,
quizás el precio es alto para cambiar el paso.