Acababa de nacer y lloraba intensamente pero cuando le aproximaron a su madre y escucho su voz se tranquilizó comenzando a observar todo lo que le rodeaba.
La fuerte luz del quirófano le hizo parpadear y mientras parpadeaba lo que vio no le gusto demasiado, se sintió solo, desamparado muy lejos de aquel lugar tan placentero del que le había arrancado un médico cruel.
– ¡Vaya! Lo voy a tener difícil pensó…
En los años posteriores su acomodada familia, le mimo, le cuido, le amo, mientras le presentaban únicamente como buenas aquellas situaciones que ellos creían favorables para él.
Así fue creciendo nuestro bebe y cuando llego su juventud y más tarde su madurez fue dibujando su vida con las líneas que los demás le iban presentando.
Termino una carrera, aquella que le permitiría un buen puesto y mejor fortuna para así poder trabajar en una de las empresas de su padre. Una vez establecido en una de ellas el siguiente paso fue formar una familia, con el fin de seguir trayendo bebes al mundo.
Eligió a una mujer ni guapa, ni fea, mi demasiado lista ni demasiado tonta, con una presencia lo suficientemente agradable para desenvolverse en su ambiente social de cenas y divertimentos varios y con la que se fue encariñando poco a poco.
El ciclo comenzó de nuevo, todos hablaban de él como el joven triunfador, guapo e inteligente, al que la vida ofrecía un maravilloso porvenir.
Pasaron los años, se enriqueció aún más, sus tres bebes se convirtieron en tres bebes adultos, y con su esposa mantenía una cariñosa distancia.
Una mañana, cuando su esposa bajo a desayunar en el jardín para tomar después un baño en la piscina y decidir sobre el mejor modo de pasar el día, se encontró debajo de su servicio de desayuno un sobre con su nombre.
Lo abrió lentamente con algo de molestia, ya que intuía que lo que allí pondría iba a alterar su rutina.
Como así fue: “siento crearte esta contrariedad, pero seguro que encuentras pronto el modo de superarlo. Me marcho y lo hago con alegría con la ilusión de un nuevo renacer a la vida, el gran esfuerzo realizado a lo largo de tantos años por complaceros me ha dejado un enorme vacío y una profunda soledad.
Hace un tiempo recordé que en algún momento tuve sueños qué entre todos, yo el primero, nos ocupamos de sofocar.
Me llevo solo lo imprescindible, lo justo para poder vivir con dignidad, el resto os lo regalo.
El notario está al corriente de todo, digamos que os dono legalmente mi patrimonio.
No me busquéis, no me recordéis Estoy seguro de que vuestras vidas no se verán alteradas por mí ausencia”.
La esposa, doblo el papel, lo introdujo de nuevo en el sobre, se sirvió un café, mordisqueo una tostada y mentalmente comenzó a planificar su día.